Es increíble el nivel de enojo y de miedo que ha causado la irrupción de Trump, pero no sólo en México, sino también en Estados Unidos y el mundo. Acá en Sudáfrica las personas con quienes hablo no entienden cómo fue a pasar esto. De manera casi inmediata las mujeres se manifestaron, multitudinariamente, en contra de sus políticas discriminatorias inaugurando el Movimiento anti Trump. Ha surgido una aplicación para saber qué negocios tienen que ver con él y boicotearlos. Los ciudadanos de California han puesto sobre la mesa la posibilidad de separarse del resto del país en lo que se ha dado en llamar el Calexit. Varias ciudades, principalmente Los Ángeles, Washington D.C., Chicago, New Jersey y New York se autonombran santuario de defensa a inmigrantes. Políticos de varios estados se pronuncian públicamente en contra de la retórica antiinmigrante de Trump, su oposición al tema del cambio climático y la posible eliminación de la Ley de Cuidado de Salud Accesible. Y yo me pregunto qué pensarán sus seguidores de esta oleada de críticas.
Comienza a surgir el apoyo mundial a México, quien se convierte de pronto en la gran víctima. Qué gran momento para reconstruirnos redirigiendo nuestras exportaciones, restructurando el consumo interno, dando prioridad a la creación de industria propia y abriendo las puertas a la inversión de otros países. Tal vez sea ésta la gran oportunidad para deshacernos de una dependencia con Estados Unidos, quien no ha hecho más que imponer reglas financieras, políticas y hasta de seguridad que le convienen a él.
Por vez primera en muchos años los mexicanos estamos unidos para hacer frente a la guerra que el nuevo presidente de Estados Unidos ha declarado contra nuestro país. Qué maravilloso sería que tuviéramos un líder inteligente, honesto y con voluntad de servicio para aprovechar esta coyuntura. No es así. ¿Cómo seguir a alguien que ha tomado al país como botín para repartirlo entre su familia y sus amigos? A un político que lo único que ha mostrado es su ineficacia, su debilidad, su incapacidad diplomática, su nula habilidad para crear un equipo eficiente y su poca inteligencia.
Sin embargo también es un momento muy apropiado para la aparición de nuevos líderes (y no hablo de Slim, por supuesto, quien está más cerca de Trump de lo que pensamos) que encarnen lo que podría ser un México ahora sí independiente.
Por: Rosa Ana Domínguez