NUEVA CARAVANA MIGRATORIA PONE EN JAQUE A CENTROAMÉRICA  

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Por Francisco Rodríguez

 

Hace años que Honduras padece las consecuencias de un modelo social y político tan desastroso y disfuncional que ha provocado que sea el país más pobre de Latinoamérica y el tercero más peligroso del mundo. En ese contexto, el pasado 26 de noviembre de 2017 hubo elecciones para elegir presidente de la república y nuevamente resultó electo Juan Orlando Hernández. Desde ese momento, las protestas, las inconformidades y las manifestaciones del pueblo hondureño contra su actual gobierno han sido cada vez mayores; además de sufrir la corrupción,  las pandillas, el narcotráfico y las decisiones de una élite política que ha priorizado, ante todo, la explotación desmedida de los recursos naturales de ese país.

 

Es entendible que el pueblo hondureño huya de las condiciones sociales en las que se encuentra inmersa su patria, por lo que el pasado 19 de octubre, entre 1,000 y 1,200 inmigrantes hondureños se lanzaron a buscar refugio en Estados Unidos; pero al día de hoy, las cifras oficiales, nos dicen que el número puede ascender hasta 3,000 inmigrantes.

 

Donald Trump ha advertido a los gobiernos de Honduras, Guatemala y El Salvador que suspenderá la ayuda humanitaria a esos países si éstos no son capaces de frenar el tránsito de la caravana. En un segundo frente, el gobierno de Estados Unidos dispondría de elementos militares en su frontera sur para evitar el paso de los miles de inmigrantes centroamericanos a quienes no deja de calificar como delincuentes y criminales.

 

Nuestro gobierno, además de negociar y platicar sobre este delicado tema con el gobierno de Trump, ha adoptado medidas oficiales que disminuyan en lo posible los efectos de esta ola migratoria. Estas medidas son las siguientes: el libre acceso al territorio nacional está reservado para quienes cuenten con documentos de viaje y una visa concedida por México, toda persona en lo individual puede solicitar el otorgamiento de calidad de refugiado y finalmente, quienes no logren acreditar ninguna de las dos categorías, serán deportados a su país de origen. Cientos de militares resguardan nuestra frontera con Belice y Guatemala a pesar de que el Congreso le pidió al Ejecutivo no colaborar con Estados Unidos en materia migratoria. Los policías y militares mexicanos se han encontrado con muchas familias que están dispuestas a seguir con su travesía pase lo que pase, pues éstas argumentan que ningún riesgo se compara con la situación que vive su país.

 

Este fenómeno migratorio ha causado la división de familias, arrestos masivos, maltratos y vejaciones de los migrantes, incluyendo mujeres y niños; así como violaciones sistemáticas de sus derechos humanos.