Por: Ernesto Uranga
La renuncia del secretario de Hacienda, Carlos Urzúa, trae a la memoria dos historias: una, la de la Caja de Pandora, de la mitología griega, y la otra, relativa a la carencia del sistema de autorregulación térmica de las ranas. Me explico.
La caja que recibió Pandora como regalo de bodas por parte de Zeus, traía encerrados todos los males del mundo. Se le entregó con la promesa de que jamás osara abrirla… lógico, es como decirle “ábrela inmediatamente”… lo cual hizo Pandora muy diligente. Al hacerlo, liberó todos los males y fueron entonces conocidos… y actúan en la vida del hombre. Sin embargo, al fondo de la caja sólo quedó Elpis, la esperanza. Por eso se dice que la esperanza es lo último que queda cuando ya nada hay por rescatar.
Pandora viene a cuento porque la renuncia del secretario Urzúa revela todos los males que desde Hacienda enfrenta la 4T: decisiones sin sustento, imposición de empleados sin comprensión de la tarea hacendaria, atribución de poderes que limitan su acción eficaz, “ideologización” de las decisiones, conflictos de interés evidentes…
Sí, los verdaderos males, ahí, expuestos, en tinta y papel… y además, revelados desde el centro vital de la 4T, el que tiene como encargo hacer posible el sustento presupuestario para los programas del cambio. Urzúa evidenció y certificó los males ante los ojos del mundo.
En relación con la rana, nos remitimos a un hecho científico claro: la rana no posee un sistema que le permita sentir que el agua a su alrededor se está calentando de más. Ello puede llegar a causarle la muerte. Es decir, la rana no tiene forma de saber que está siendo cocida… al sentir que no puede responder, muere en forma inevitable.
La analogía con el país es clara, está subiendo la temperatura del agua, los males de la Caja de Pandora se están revelando cada vez más, en número y frecuencia… y el peligro es que, como las ranas, no nos demos cuenta a tiempo… y tengamos que morir cocinados… Podría ser un platillo llamado: “ancas de rana a la 4T”.
¡Buen día!