El mundo occidental conmemora la liberación de los judíos de Auschwitz, ocurrida a finales de enero de 1945.
En México también se celebran actos alusivos a este acontecimiento. De hecho, el año pasado recibí una invitación del Senado de la República para asistir al festejo correspondiente al 2019. En esa ocasión, escuchamos los argumentos de reflexión, reclamación y justificación de los representantes de los países involucrados: Alemania e Israel.
No obstante ello, el mundo apartó sus miradas del Holocausto. Veamos por qué.
Los peores crímenes contra los judíos en tiempos de guerra se cometieron en Europa, además de los nacionalsocialistas, patrocinados por polacos (aunque nunca lo han aceptado), ucranianos, letones, croatas, y otros. Muchos orientales no judíos fueron víctimas de atrocidades y cuando ellos recordaban la guerra normalmente no pensaban en la agonía de sus vecinos judíos sino en sus propios sufrimientos y pérdidas.
La mayor parte de Europa central y oriental cayó bajo el control soviético en 1948. Los millones de muertos judíos de los territorios de la URSS se contaron como pérdidas soviéticas, por supuesto, pero su condición de judíos fue minimizada en los libros de historia y en las conmemoraciones públicas.
En Europa Occidental, aunque las circunstancias fueron diferentes, hubo un olvido paralelo. Y con el comienzo de la Guerra Fría y el cambio de enemigos se hizo inoportuno enfatizar los crímenes pasados de los actuales aliados.
Hoy en día, la “Shoah” es una referencia universal. En ese contexto, el énfasis europeo occidental y estadounidense respecto de Auschwitz y las víctimas judías provoca una reacción irritada. En Oriente, por ejemplo, se preguntan por qué los intelectuales occidentales son sensibles a las matanzas masivas de judíos. ¿Y qué hay de los millones de víctimas no judías del nazismo y del estalinismo? ¿Por qué tiene la Shoah un tratamiento tan especialísimo? En esa materia, Europa está muy lejos de estar unida.
Los estudiantes de hoy saben que la Segunda Guerra Mundial trata del Holocausto. El tema central de la Segunda Guerra Mundial es Auschwitz. Pero esta perspectiva es engañosa. Para prácticamente todos los demás la guerra tenía significados diferentes: cada uno tenía sus propios problemas.
Y de ese modo, si enseñamos la historia de la Segunda Guerra Mundial a través de la perspectiva del Holocausto, seguramente, no estamos enseñando buena historia.
En los últimos años la relación entre Israel y el Holocausto ha cambiado. Hoy, cuando Israel está expuesto a la crítica internacional, sus defensores hacen hincapié en la memoria del Holocausto. Si uno critica a Israel, te advierten que eso es antisemitismo, como si la “Kristallnacht” regresara del pasado.
En resumen, el Holocausto podría perder su resonancia universal. Lo que puedo decir es que si la historia hace lo que tiene que hacer, preservando para siempre la evidencia de crímenes pasados, lo mejor es dejarla tranquila. Cuando buscamos en el pasado un provecho o pretexto, lo que conseguimos es mala moral y mala historia.