Por: Gabriel Zaldivar
Será tentativamente hasta el 30 de abril, por instrucciones de la Federación, cuando culmine la cuarentena sanitaria en ocasión de COVID-19. El drama de la enfermedad tiene una cantidad de infectados a nivel mundial dramática e incomparable. El número de muertos, también a nivel mundial, es solo comparable con el número de muertos y desaparecidos en México por la guerra contra el narcotráfico decretada en 2006.
En su arranque la pandemia COVID-19 es de aprendizajes para las mexicanas y los mexicanos. ¡Claro! solo para unos cuántos poseedores de una lectura crítica de la realidad y de los comportamientos sociales. Para la mayoría ha sido solo la irrelevante tarea de repetir noticias falsas, juicios sin fundamento, visiones inquisidoras, valoraciones superfluas de política pública, entre más.
En la narrativa histórica de COVID-19 en México destacarán como los más recordados los hacedores del trabajo periodístico: Joaquín López Dóriga y el séquito de corrupción que lo vocifera ganará su lugar por el primer muerto del COVID-19 (sin muerto); las y los periodistas asistentes a la conferencia nocturna de las autoridades de Salud por su incapacidad para procesar información, por su negativa a las preguntas relevantes, por no pedir seguro social a sus patrones y, sobre todo, por la obsesión de intentar generar noticias sangrientas y dramáticas.
También en la cancha mediática merecerán un reconocimiento las estructuras de medios de información de los Vázquez Raña, Excélsior, Imagen Televisión e Imagen Radio, entre otros, quienes con la vocería de Ciro Gómez Leyva colocaron bastantes notas falsas (como aquella de la neumonía atípica) en la opinión pública. El baluarte a la manipulación será un reconocimiento compartido entre Loret, Dresser, Frenk, Chertorivsky, y otros actores de relleno.
La clase política también merecerá aplausos por su colaboración en el guion del terror. Sin duda el gobernador de Guadalajara ganará un reconocimiento al Superman que no volaba y algunos de sus compañeros gobernadores y munícipes se destacarán en la pasarela por mostrar abiertamente sus intentos totalitarios al decretar toque de queda, lo cual es ilegal por ser una atribución sólo conferida al Poder Ejecutivo.
Los partidos políticos no se quedarán sin lugar. El Partido Acción Nacional (PAN) establecerá su victoria como una institución política carente de sentido. Las declaraciones de su presidente nacional, y de los pocos defensores que le quedan al PAN, serán desdibujados en su totalidad por el espectro mediático y social.
Otros actores políticos serán reconocidos por su capacidad de capitalizar la tragedia humana para “ganar” simpatías. Sus logros aplaudidos serán la generación de noticias falsas, los intentos de desviar la atención del problema central, las desacreditaciones a la política aplicada por la Federación y sus actores o, simplemente por publicitar declaraciones de oportunidad. Entre estos recordaremos al genocida Felipe Calderón, a su compinche Ernesto Cordero, al exministro Joaquín Cossío, al empresario Gustavo de Hoyos Walter y otros patiños y sus grupos organizados tales como Javier Lozano, Gabriel Quadri y los influencers que mejor saben cobrar.
Comienza a escribirse una historia que será dramática y con muchas pérdidas que no serán solo humanas.