Socialismo

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Gabriel Zaldivar

La sola mención de la palabra socialismo genera escalofríos en un segmento de la población. Decir socialismo es recordar a los agoreros del desastre y ver en muchos, la mayoría en un pueblo poco preparado como el de México, rostros de espanto ante su ignorancia.

Socialismo implica para los atorados en el pasado, con poco conocimiento de la historia del mundo moderno y posmoderno, hechos como la Guerra Fría, la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas (URSS), la Cuba de Fidel Castro, entre otros. Para personas con estos referentes lamentamos avisarles que 30 años ya pasaron.

Socialismo implica, para las mentalidades que solo replican lo que ven y leen en los medios masivos de información, monstruosidades como Hugo Chávez, documentales de épocas electorales o dichos de partidos, políticos y organismos cupulares de dudosa ¡muy dudosa! reputación.

La realidad es que socialismo implica, primero, un grupo de pensadores entre los que destaca uno de los más grandes filósofos del siglo XIX y de la historia del pensamiento humano: Karl Marx. Rico en ideas, conceptos, visiones y explicaciones, de Marx es lectura obligada El Capital y El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, al menos.

La lectura y análisis detallado de Marx abonará a nuestra comprensión de que socialismo, y después comunismo, son palabras que no pueden, ni deben, usarse con ligereza ya que sus definiciones y posteriores aplicaciones han generado decenas de corrientes de pensamiento imposibles de simplificar en un eslogan televisivo.

Entre las múltiples exégesis hechas a Marx, las más actuales a los tiempos que vivimos, son las de Thomas Piketty, de la Escuela de Economía de París. Sus planteamientos sobre la economía de la desigualdad, con bases teóricas del marxismo, alcanzan su cenit con la publicación del libro El capital en el Siglo XXI, editado en México por el Fondo de Cultura Económica (FCE).

Piketty, entre muchos académicos e investigadores de todo el mundo, volteamos de nuevo a ver a Karl Marx, a leerlo a la luz de lo que hoy acontece y a comprender que Marx no está muerto y que para comprender el fracaso del modelo neoliberal y el incipiente surgimiento de un modelo alternativo de economía mundial, Marx tiene muchas respuestas.

Hablar de Marx, de socialismo y de comunismo, insistimos, no implica las ideas de los atorados históricamente, ni las ideas de quien permanece en ignorancia, para ellas y ellos existen las camarillas empresariales y políticas. Hablar de esto tampoco es para nutrir las aspiraciones de algunos dogmáticos de la izquierda radical desdibujada.

Hablar de Marx servirá para comprender el mundo de hoy, a nivel económico y social. Conocer y repensar a Karl Marx (entre centenares de filósofos que nos han explicado la razón de nuestros fracasos) tal vez ayude a entender porque no hay lugar para más pobreza, más hambre, más sistemas de salud rebasados, más prostitución infantil, más violencia contra las mujeres, más corrupción, más tráfico de influencias, más barreras para acceder a la educación.