Aunque parezca lo contrario, la crisis del bichito 19 no está mejorando. Por el contrario, empeora rápidamente. La crisis de contagios que tardó tres meses en alcanzar el millón de infectados a nivel mundial, ahora aumenta de millón en millón cada “doce días”. Y es que mientras una parte del mundo comienza a dejar atrás lo peor de la pandemia, otras regiones se han convertido en peligrosos epicentros.
Regiones integradas en su mayoría por países con bajos niveles de desarrollo, que además de sufrir la crisis sanitaria, también enfrentan una crisis que los organismos internacionales ya han anunciado desde hace varias semanas: UNA CRISIS ALIMENTARIA GLOBAL.
Una crisis que se calcula pondría en riesgo de hambruna a más de 265 millones de personas, lo que significa el doble de los cálculos previos a la pandemia.
La razón de esta (inminente) crisis no es la falta de alimentos. De hecho, los indicadores nos informan que este año ha sido de cosechas abundantes. La crisis alimentaria (que está por venir) se debe a otro motivo. Sobran alimentos para un mercado con una demanda rota a causa del aumento del desempleo, el proteccionismo de las economías avanzadas y el COLAPSO DE LAS CADENAS DE SUMINISTRO. Una crisis que obligará a los más empobrecidos a elegir entre proteger la salud, o proveer su subsistencia.
A causa de la sobreoferta de alimentos, muchos productores “literalmente” tiran a la basura artículos de consumo básico, que seguramente nos harán falta en el futuro. Si los gobiernos se abstienen de ayudar a los productores, es seguro que enfrentemos escases de alimentos. Tómese en cuenta que los hogares más pobres y los desempleados se están quedando sin dinero para comprar alimentos, incluso, cuando TODAVÍA ESTÁN DISPONIBLES en el mercado. La situación empeora, porque además de los ciudadanos, los importadores también se quedan sin dinero.
Si la situación continua como hasta ahora, es un hecho que habrá un aumento en los precios de productos básicos como el trigo y el arroz, que en marzo y abril experimentaron un aumento en su precio debido al acopio proteccionista de los países productores e importadores más ricos. En ese periodo países productores de granos básicos impusieron cuotas y suspensiones a sus exportaciones. Pero hay más: otros países han acumulado alimentos a través de importaciones aceleradas. En algunos países los supermercados han cerrado con la oferta y demanda literalmente rotas. Un inquietante escenario que ya ha provocado protestas en África, y algunas partes de Latinoamérica. Muchos temen que esta situación se extienda a otras partes del mundo, sobre todo porque la escases de alimento derivaría en el aumento de sus precios y en la falta de acceso para quienes en un momento determinado no podrán pagar precios elevados, así que muchos países pobres deberán elegir entre proteger la salud, o los suministros de alimentos.