En días recientes la presidencia de la República dio a conocer la Guía Ética para la Transformación de México (disponible en el sitio web de la Presidencia). A los denostadores estériles, carentes de argumentos, incapaces de aportar a la discusión, habrá que pasarlos de largo; tan de largo como a los aplaudidores de las acciones de gobierno, carentes de autocrítica y sobrados de aplausos.
Para comprender la necesidad de colocar en el espacio social y en la conversación un tema como éste solo hay que pensar en nuestra cotidianidad y en las atrocidades que normalizamos. ¿Les parece ético algo como esto? Pagar “el brinco” en la verificación en el Estado de México, traficar influencias para conseguir un contrato en una empresa refresquera global, ser recomendado para lograr una posición laboral en las estructuras de gobierno municipal, estatal o federal.
También normalizamos el ser empleado de una universidad privada de presencia nacional e internacional teniendo antecedentes penales, imponer a los otros lo que “debe ser” porque pensamos que nuestro mundo es la medida de todo, negar a un hijo o familiar la posibilidad de ser quien quiere ser, ser mujer u hombre y mostrar comportamientos machistas y/o misóginos.
¿Cuántos creen que es normal vivir en relaciones de pareja tóxicas?, ¿quiénes piensan en “usar” a alguien para obtener algo a cambio?, ¿por qué brindamos un trato desigual al personal que presta algún servicio?, ¿alguien cree que éxito y dinero son una y la misma cosa? Esta es una sociedad enferma y simuladora a la que le urge hablar de ética.
Dice la Guía… “una sociedad que se desentiende de la protección a sus integrantes más débiles cae muy pronto en la ley de la jungla” y mentirá quien luego de leer los párrafos anteriores nos diga que esto no es la ley de la jungla.
Sobre el neoliberalismo, dice la Guía…, nos hizo creer “que la modernidad residía en valores como la competitividad, la rentabilidad, la productividad y el éxito personal… predicó que la población debía acomodarse a los vaivenes de la economía… Buena parte de la actividad empresarial se contaminó de un pragmatismo extremo en el que toda consideración humana y todo interés nacional se desechaba en aras de la ganancia desmedida”; argumentación que podemos encontrar en centenares de libros y estudios que -desde la investigación social- hemos escrito sobre esto y nadie quiere leer ni entender.
Las y los realizadores de la Guía… consideran estamos en “decadencia” social. Para quienes estamos formados en filosofía esto ya lo sabíamos, los filósofos de la modernidad y la posmodernidad –particular pero no únicamente- lo escribieron antes pero una sociedad mexicana, ignorante y decadente, no conoce ni se esfuerza por conocer.
Desde ahí, la Guía… habla del respeto a la diferencia, la vida, la dignidad, la libertad, el amor, el sufrimiento y el placer, el pasado y el futuro, la gratitud, el perdón, la redención, la igualdad, la verdad, la fraternidad, el trabajo, la riqueza, entre otras cuestiones.
El mayor reto es afrontar la discusión sin sesgos políticos y evitar los posibles excesos de quien quiera imponer. Lo innegable es su urgencia antes de que la jungla nos devore a todas y todos.