La toma de decisiones es un proceso complejo del cerebro, la cual consiste en elegir una opción entre las disponibles con el fin de resolver un problema. La palabra decisión proviene del latín decisio, -onis., que significa determinación, resolución que se toma o se da en una cosa dudosa. Tomar decisiones es una actividad cotidiana, donde estamos inmersos en diferentes contextos que nos obligan a valorar las condiciones para tomar decisiones más acertadas; pero estas decisiones, dependerán de las circunstancias, situaciones, metas, propósitos y resultados.
Vivimos tiempos de cambio e incertidumbre, y en este año electoral, estaremos expuestos a una gran saturación de información; sin embargo, el sistema político emite simultáneamente una gran cantidad de mensajes procedentes de una multiplicidad de emisores. El exceso de información al cual estamos expuestos a través de los diversos canales de comunicación, hace que la toma de decisiones esté basada en experiencias emocionales, donde se involucra: análisis, categorización, juicios probabilísticos, construcción de alternativas y decisión.
NEUROHIPERCUBO realiza investigaciones con herramientas neurocientíficas, con el fin de conocer los procesos mentales de los ciudadanos, estudiando el funcionamiento del sistema nervioso central, la actividad eléctrica de la corteza cerebral, la respuesta galvánica de la piel, el seguimiento ocular, la cognición y el comportamiento social.
Los estudios realizados parten de la hipótesis: “Entre mayor información tenga el cerebro para procesar, mas relacionará su decisión con emociones y sensaciones de forma rápida, sin esfuerzos y de manera inconsciente”.
Daniel Kahneman (Premio Nobel de Economía) plantea dos sistemas por los cuales tomamos decisiones:
Sistema 1: Opera de manera automática, con poco o ningún esfuerzo, de forma rápida, es intuitivo, instantáneo y utiliza atajos para su funcionamiento.
Sistema 2: Centra la atención a las actividades mentales esforzadas que lo demandan, incluidos los cálculos complejos, requiere esfuerzo, presta atención, racional, deliberativo, utiliza reglas para evaluar las situaciones.
La investigaciones realizadas determinan que es lo que sucede cuando un ciudadano va a tomar una decisión electoral:
Cuando un mensaje llega al cerebro de los ciudadanos, este pasó por varios filtros externos (la saturación a la que estuvo expuesto), cuando estos mensajes ingresan a cerebro ya fueron modificados por esos filtros, o sea el mensaje puro no llega en un cien por ciento.
El ciudadano activa las habilidades cognitivas, los sistemas sensoriales, las emociones, la motivación y sobre todo el inconsciente para adaptar los mensajes en función de sus procesos mentales para la obtención de información.
El cerebro no interpreta los mensajes como salieron del emisor ni tampoco en la forma que emergieron de los filtros, el cerebro decodifica en base a sus propios códigos, los lee a través de sus experiencias, de lo que ha aprendido a lo largo de la vida.
Dentro del cerebro los mensajes no permanecen idénticos, tras su decodificación estos son elaborados en base a la información obtenida y esto provoca que se produzcan juicios.
Estos juicios son realizados al contacto con la información, o basados en la memoria de la información archivada.
El cerebro evalúa los mensajes en función a criterios básicos: a quien se dirige, problema que aborda, solución que aporta, personalidad del candidato, valores del partido o candidato, posicionamiento en relación a los otros candidatos y confianza en el político.
Tanta saturación de mensajes a la que estamos expuestos dan la ventaja al voto automático, al voto del sistema 1. Cuanto más complejos se vuelven los asuntos de nuestro entorno, más insuficientes serán los procesos mentales automáticos y por tanto será más necesario el sistema 2.
Las decisiones electorales están formadas por los componentes, razón, emoción e instinto. Esto nos habla que existe una discrepancia entre cómo creemos que tomamos decisiones y cómo las tomamos realmente.