Testimonio de una estudiante de fisioterapia durante sus prácticas en un hospital público de España durante abril de 2021.
– Segunda parte –
Uno de los pacientes es un señor argentino que ya está saliendo. Hace sus ejercicios, se enfoca, tiene motivación y hasta bromea. Como no está entubado y puede mover las manos, hoy lo paramos, lo hicimos caminar y todo. Sacó su celular y puso un par de canciones. Fue muy divertido, porque las enfermeras y los doctores andaban por allí bailando y bromeando. Nos reímos tanto. Eso hace falta.
Le pregunté a mi tutor: ¿para ustedes que se la pasan en la UCI no es desgastante ver tanto sufrimiento? Y me dijo: nos acostumbramos. Lo importante es no empatizar demasiado, porque cuando estableces vínculos con uno y otro y se van muriendo, eso te acaba. Me contó que durante la primera ola del Covid, como nadie sabía qué hacer, les faltaba material y estaban confundidos, muchos pacientes morían. Tenían más de ochenta en la UCI. Y él trataba de hacer todo. Fue terrible. Dijo que llegaba a su casa a llorar.
Como se preveía, llegaron más pacientes después de Semana Santa, aunque no tantos como esperábamos. Aumentó el número de trece a dieciocho, diez de ellos en las peores condiciones. Hubo que ponerlos bocabajo. Hoy giraron a otras tres personas. Cuando hacen eso es porque el pulmón realmente no está funcionando y tienen que darle el máximo de ayuda para que entre el aire.
Hoy fue un día espantoso. A uno de los pacientes, que ayer tratamos y le dijimos que hoy iba a poder caminar y estaba contento, nos avisaron hoy que lo van a entubar. Esa es una de las cosas más tremendas, que duelen mucho. Cuando algún paciente mejora y uno cree que ya la libró, pero al día siguiente hay que comunicarle que lo van a entubar y a dormir quién sabe hasta cuándo. Es horrible. Eso es típico del Covid. Uno los ve muy bien y de repente dan el bajón. No se puede tener esperanzas de nada. A otra paciente, que me cae súper bien, nos dijeron que ni la tocáramos porque moriría hoy. Ayer bromeábamos con ella y hoy muere.
Cuando los veo agonizando, les agarro la mano y en mi cabeza les digo: si te tienes que ir, vete, que todo va a estar bien. Si decides quedarte, haz por no padecer tanto. Yo lo que creo es que el aferrarte a la vida cuando ya acabó tu tiempo, te hace sufrir muchísimo. Si quieres luchar, por supuesto es válido, pero si ya estás cansado y listo para irte, pues también se vale. Decir hasta aquí llegué y morir, está bien.
La UCI para mí es un lugar sagrado, de respeto, de crecimiento, de aprendizaje, de concientización. Un lugar que cambia vidas. Estas almas que se han prestado para ser ejemplo de lo que sucede con el Covid, que se han prestado para enseñarle al mundo lo que es la compasión, esa gente que está ahorita en la UCI, merece todo el respeto del mundo. Merecen ser honrados por lo que están haciendo.