Columna invitada: David Agustín Belgodére “Bogus”
La oposición ha errado por completo la estrategia de comunicación y ha mal direccionado sus dardos desde los tiempos previos a la elección de 2018, ya no se diga en lo que va del sexenio. Y es que enfrentar a un López Obrador que tiene un discurso perfectamente bien diseñado, en el que hizo suyos los principios de la propaganda Nazi, creada por Goebbles, obliga a marcar diferencias claras, a buscar a los sectores que no abrazan al presidente y a proponer, no a reaccionar, pues el que no reacciona a tiempo y de modo contundente, termina siendo silenciado.
En la construcción de la narrativa gubernamental no importa el mote, ya sean “neoporfiristas”, “neoliberales”, “conservadores”, “mafia del poder” o “fifís”, sus bases entienden, en esta lógica de simplificación, que el enemigo es uno: El que no esté con su presidente. Así ha logrado que el método de contagio opere y que el empresariado, la prensa “chayotera”, la oposición, los organismos autónomos, a últimas fechas hasta las clases medias y los padres de los niños con cáncer quepan en un solo costal: El PRIAN… o en el mote de moda (hoy “los aspiracionistas”).
La capacidad de transposición en su discurso es indudable, lo vemos hoy, por ejemplo, con el tema del desabasto de medicamentos, donde a pesar de que él tomó la decisión de no comprar medicinas, arropado en el falso discurso de la “lucha contra la corrupción”, en un acto de enojo tras una afrenta con la industria farmacéutica que no le quiso vender por debajo de sus costos y tras el fracaso del mecanismo multilateral ONUPS, los culpables son y serán, sin que medie siquiera una sola prueba que no sea su propio dicho, las farmacéuticas corruptas y monopólicas que tenían el control de este “jugoso negocio”… y que eran solapadas por el PRIAN.
También vemos que su narrativa tiene una enorme capacidad de exagerar y de desfigurar la realidad, prueba de ello es la aseveración ridícula del titular de la UIF, Santiago Nieto, relativa a que el presidente y una parte importante de su primer círculo habían sido espiados por medio de Pegasus, lo cual podría tener lógica y sonar veraz, hasta que se escucha el relato. Y es que en la historia contada por Santiago Nieto, éste aseguró haber encontrado solamente un archivo con nombres y teléfonos de las personas espiadas por el peñismo, en la que los personajes del actual gobierno eran llamados “los maléficos”. Si bien Santiago Nieto admitió no tener más que dicho archivo y no contar con más información, esta ficción-histórica bastó para que en el colectivo lopezobradorista hoy afirme que el presidente fue víctima de espionaje y para que su esposa hiciera un deslinde previo respecto a lo que se pueda publicar más adelante en su contra. Sin duda esta es una historia tanto o más absurda que la contada relativa a la supuesta entrega secreta a la Secretaría de Gobernación de un sobre que contenía la estrategia que el Bloque Opositor Amplio (BOA) tenía para derrocarlo. Ambos absurdos le bastaron a su público para victimizarlo, mientras la oposición se quedó plasmada, logrando solamente ironizar con algunos memes.
Como en toda propaganda efectiva, el discurso debe ser simple <“vulgar” como lo describía Goebbles> pues mientras más grande sea la “masa” ( pues ellos no hablan de personas) a la que se busca convencer, el discurso debe ser menos complicado. Las masas recuerdan lo simple, pues tienen una enorme capacidad de olvido. Por eso la orquestación de su discurso tiene elementos muy sencillos de replicar, frases como: “No robar, no mentir y no traicionar al pueblo”, “estamos luchando contra la corrupción”, “voto por voto, casilla por casilla”, entre otras, son una bomba de comunicación, que devastan a una oposición que ama los tecnicismos y el lenguaje rebuscado. Y es que parece que no se entiende algo: Entre los menos estudiados este tipo de elementos de comunicación le sirven para tener voceros populares (replicadores en cada barrio) por la poca complejidad de sus conceptos.
Todos estos elementos hacen fácil señalar a un órgano autónomo de caro, pues lo complejo es explicar la utilidad de una institución que se encarga de la competencia económica, de las telecomunicaciones o de transparentar cifras y facilitar el acceso a la información, pues hacerlo requiere de ingenio. Por ende, frente a una oposición incapaz de defender el diseño institucional que hoy por fortuna todavía subsiste, pero que López Obrador percibe como incómodo, la narrativa de “nada del pasado es honesto y funcional” gana terreno. Y es que también, debemos de recocerlo, la oposición no ha sido tampoco capaz de reconocer errores y de ser objetiva en términos de que dicho diseño institucional tiene fallas.
Es así, entre un diseño simple de la discursiva y el poco entendimiento que los adversarios tienen respecto a que esta simplicidad es muy efectiva, que quienes echan mano de estos tipos de propaganda, como lo hace López Obrador, suelen sumar adeptos a sus causas… es más: Las masas las hacen suyas.
Para alimentar esta discursiva el principio de renovación de la narrativa es especialmente efectivo, pues diariamente se crea algún elemento o argumento nuevo, ya sean acusaciones o señalamientos al pasado, que le hacen prácticamente imposible a la oposición defenderse y cuestionarle, pues cuando la oposición está apenas esperando la embestida y/o comienza a planear su defensa, en el colectivo ya hay otros temas en la mesa. Eso hace ver a la oposición siempre a destiempo y rebasada, toda vez que la propaganda se esparce de modo vertiginoso. Y es que mientras el mensaje gubernamental avanza, pues los espacios de discusión social han sido acaparados, la oposición se queda atrapada en la lógica de la reacción, en lugar de caminar en la línea paralela de la construcción de propuestas, que además sirvan de contrastes.
Todo lo anterior ayuda a que el discurso gubernamental sea verosímil, o sea, que parezca que existe cierta lógica en todos y cada uno de los sucesos del día a día, las acusaciones vertidas en las mañanas y las ficciones contadas, hechas historias, pues la interrelación de sucesos es innegable, pues está bien planeada. En todo esto no necesariamente existe un principio de veracidad, de hecho el mismo es innecesario, pues para los propagandistas la veracidad carece de utilidad.
Así todos los elementos de la propaganda tienen evidente correlación para lograr hacer verosímil lo narrado, ya sean acusaciones, ficciones hechas historias o cualquier otro elemento de exaltación al gobierno o de descrédito a los adversarios. Por ende, silenciar al oponente se vuelve fácil, muchas veces es permitido y, en ocasiones, hasta promovido por la ciudadanía, que lleva a validar el uso de medios de presión por parte de los voceros del régimen o de la prensa comprada… y en estados más fanatizados hasta el uso de la fuerza. De este modo, todo triunfo, éxito o propuesta que pueda tener la oposición es borrada en nombre de la unanimidad. Por eso la unanimidad es el punto fundamental que persigue toda lógica propagandística, pues cuando la hay, sea real o solamente exista en la mente del colectivo la idea de que es real (percepción), los conceptos e ideas ya fueron implantadas o impuestas. Por eso el principio de transfusión se vuelve esencial, pues en él existe un hilo conductor por medio del cual todo lo que el gobierno dice se vuelve prácticamente irrefutable.
Es en esta lógica de la transfusión que López Obrador tiene la necesidad de hablar de su cuarta transformación, pues solamente existiendo tres transformaciones previas a su paso, su historia cobra sentido y él se vuelve parte de un proceso evolutivo (revolucionario), para lo que usa la tergiversación de la historia como la herramienta. Así él se encamina al punto que se quiere (debe) llegar, sin tener nadie que le refute nada.
Es así que la oposición debe defender el diseño institucional todavía existente, mediante la educación respecto a su utilidad. Es así, además, que la oposición debe dejar de lado el discurso reaccionario y construir su agenda y comenzar a hacer propuestas, con el fin de que corran en un carril transversal a la lógica propagandística del régimen. Es así que la oposición debe dejar de pensar que los elementos propios de marketing* pueden más que la propaganda y comenzar a contrastar firmemente, en base a su ideario, pues el adversario que tiene enfrente construye una narrativa simple, pero poderosa y, además, tiene de su lado toda la base corporativa de votantes. Por ende, la oposición debe buscar hablarle a las personas y a los sectores que no empatan con el presidente (clases medias), lo cual pareciese se debería dar de modo natural, pero no ha sido así, con el fin de acercarse al voto crítico y pensante… y después a los que han perdido algo gracias a las decisiones del actual gobierno.
Hay que dejar de “proponerle” a las masas, como se ha hecho, con temas como la ampliación de Prospera o la Renta Básica Universal, que solamente generan clientelas y no atacan las causas, y exhibir las diferencias diametrales que existen con este gobierno. La oposición nunca va a ganar en el debate de la honestidad con personajes cuestionables, como tampoco va a ganar en la cancha del populismo, frente al rey de los populismos.
Es momento de rectificar la estrategia de comunicación, pues el 2024 está a la vuelta de la esquina.
* Algunas cosas que hace la oposición apestan a focus group, sobre todo las que salen del PAN