Vivimos tiempos convulsos en el mundo actual . La pandemia todavía sigue activa y se vuelven a cerrar los países, esta vez de forma menos rígida gracias al avance en los procesos de vacunación. Las empresas mundiales sufren problemas de suministro debido al impacto de la reducción de la producción mundial por la pandemia , sobre todo de las fábricas chinas. El consumo se ha vuelto a activar, de forma muy intensa, como consecuencia de las limitaciones de consumo debido a los cierres. El comercio mundial se ve impactado por problemas de transporte, donde las navieras no tienen suficientes barcos y contenedores para atender la demanda mundial. Hay problemas migratorios en Europa y en Estados Unidos que están tensando la situación de los países y dejan ver terribles experiencias . Si sumamos los problemas energéticos que vive el mundo , donde los países no se ponen de acuerdo sobre las agendas de impacto medioambiental, tenemos un escenario difícil para el futuro inmediato en el mundo y para Latinoamérica.
Además de tener impactos muy fuertes en la región por las consecuencias de la pandemia y por las decisiones de los cierres económicos, el año que viene abrirán procesos electorales inciertos en Colombia , Brasil y México , que se suman a los que se han producido en esta segunda mitad de año en Perú, Chile, Argentina, Honduras y Nicaragua con un alto impacto económico y político. Si juntamos todas estas variables , podemos identificar algunos de los principales desafíos económicos y sociales que tendrán los países de Latinoamérica en los próximos años.
En primer lugar, recuperar las economías golpeadas por el escenario de pandemia, pero también impactadas por los cambios y transformaciones que vive la empresa . En momentos de consumo elevados y de consumidores exigentes, las empresas están transformando sus procesos internos y externos lo que origina un cambio en conceptos tradicionales de gestión. En paralelo, los gobiernos necesitan recuperar sus economías de forma urgente y necesitan al empresariado privado ya que no pueden avanzar solo con inversión pública.
El segundo desafío es generar empleo formal para poder disminuir los altísimos niveles de informalidad que sufre la región.La formalización de la economía es básica para generar confianza en la inversión y para eliminar el trabajo informal que no respeta los derechos humanos. De forma transversal, es clave reforzar los sistemas educativos después de casi dos años de abandono debido a la pandemia, apostando por un modelo educativo que forme ciudadanos del siglo XXI y que forme profesionales adecuados para estos momentos de cambio y transformación que vivimos.
Hay un desafío social clave en las sociedades latinoamericanas que es la reducción de la pobreza y la desigualdad. En el último informe anual de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) se estimó que el total de personas pobres ascendió a 209 millones a finales del 2020, 22 millones más que el año anterior. Los países que encabezan la lista con mayores niveles de pobreza son Venezuela, con un 94,5%, México con un 43%, Colombia con un 42,5%, Argentina con un 40,6% y Bolivia con un 39%, según los datos oficiales de la comisión. La recuperación económica y la generación de empleo son dos variables estratégicas para conseguir éxito en la reducción de la pobreza.
En todos los casos , la lucha contra la pandemia y la vacunación de la población ha demostrado que los países latinoamericanos necesitan invertir en los próximos años cantidades importantes de PIB en temas de salud. El acceso a necesidades básicas mínimas de salud es algo que los gobiernos deben trabajar en los próximos años, ya que la pandemia ha desnudado sus debilidades.