El cachetazo de Will Smith a Chris Rock

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Rosa Ana Cronicas Esmeralda
El lunes 28 de marzo, en la pantalla de mi iPad vi un video en el que Chris Rock, durante la entrega de los Óscares, hace una broma a Jada Pinkett Smith, quien se molesta. Vemos a Will Smith celebrando el chiste. En la siguiente toma, Chris Rock lo ve acercarse dando zancadas. No deja de reír y de pronto, Smith le asesta tremendo cachetazo. Me costó tanto creerlo, que llamé a mi esposo para que lo viera. Él también se quedó muy sorprendido. Lo terrible fue la reacción que esto suscitó en mí. Yo me considero una mujer informada, consciente y preocupada por mi propia evolución. Y aún así, mi comentario fue:

-¡Qué bueno! Ya es hora de parar ese tipo de burlas sangrientas. Si necesitan hacer chistes, que los hagan de sus propios pedos. ¡Lo disfruté! ¡Con lo mal que me cae Chris Rock! Y ojalá -todavía me atreví a decirle a Gustavo- si un día me pasa eso, mi marido me defienda así.
¡Eso dije!

-¿Pero no te das cuenta de que este tipo de cosas no pueden pasar? ¿Y menos ahora? ¡Ucrania está en un conflicto muy serio y este despliegue de violencia, que desde luego se hará viral, solo alimenta la energía de guerra!

-Tienes toda la razón. Pero toda. 

Y no solo era eso, que ya era mucho. Encima, desde mi punto de vista, el episodio pone de manifiesto que en nuestras mentes deseamos deshacernos del patriarcado, pero lo llevamos en el corazón. Will Smith publica videos donde da lecciones de vida y viene a golpear a alguien en uno de los eventos más vistos. Y yo, como muchos más, lo aplaudo. 

Más tarde, tras reflexionar, me di cuenta de que lo único que debería haber pasado, era que la misma Jada, quien es una mujer poderosa e independiente, se hubiera defendido sola. Ninguna mujer necesitamos caballero andante que se líe a espadazos por nuestro honor. Jada debería haber puesto un alto desde su lugar, con una seña, o quizá con alguna frase, a Chris Rock. Y ya. 

Durante la semana, todo fueron opiniones sobre lo sucedido. Por esos días, me llamaron la atención dos videos filmados a fines del año pasado (o sea recientes). En uno, el presidente de Tuvalu, un archipiélago de ocho islas en el Pacífico, anuncia, con el agua hasta las rodillas, que su país se hunde. 

En el otro, David Attenborough pronuncia un discurso en la Cumbre Mundial de Líderes sobre el Cambio Climático. Informa que la concentración de carbono en nuestra atmósfera, una medida que determina la temperatura global, ha llegado a los 414. Es decir, estamos en problemas. Y dice: 

“Hace diez mil años la cifra se estabilizó y, con ello, el clima en la Tierra. La civilización fue posible. Durante ese período, la temperatura global no fluctuó en más de uno o menos de un grado Celsius. Pero hoy la estabilidad de la que dependemos se ha roto. Todos vamos a sentir el impacto inevitable. Sin embargo, nosotros somos los mayores solucionadores de problemas que han existido en la Tierra. Hoy sabemos cómo evitar que la cifra aumente y podemos hacerla retroceder, así como recuperar los miles de millones de toneladas de carbono que hay en el aire.”

Sin embargo, estoy segura de que la cantidad de los que vieron esto es mucho menor que la de los que se escandalizaron y opinaron sobre el cachetazo de Will Smith a Chris Rock. Porque allí estamos como sociedad. Con los ojos puestos en lo que no importa.