La occidentalización de Occidente

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francisco rodriguez
A partir del 24 de febrero pasado, día tras día, hora tras hora, el mundo ha estado al pendiente del desarrollo y los pormenores de la campaña militar de Rusia en Ucrania. Los medios de comunicación nos han mantenido al tanto de prácticamente cualquier novedad o detalle, por inferior o irrelevante que parezca. Mesas redondas, círculos de debate, cientos y cientos de artículos, así como opiniones de expertos e inexpertos, han ocupado la atención de todos nosotros. Creo que todo mundo se ha mantenido a la expectativa de las hostilidades Kiev-Moscú.

Muchas versiones se han difundido para dibujar un binomio víctima-victimario. La mayoría de la gente cree que Rusia es la víctima y Ucrania el victimario; que Ucrania es un país indefenso que ha resistido heroicamente las ofensivas de un país poderoso; que el pueblo ucraniano ha sido el mártir cuyo futuro depende de los caprichos de su agresor; que Moscú es un poderoso que disfruta pisar el cuello de Kiev.

Todas estas “verdades” son respaldadas por el desplazamiento forzado que ha originado esta campaña militar, que milagrosamente pudo unir a Europa para ayudar a un país hermano. Un gesto solidario que ni siquiera se pensó en el 2015 con la crisis de refugiados, ni en el 2020 cuando el inicio de la pandemia del bichito 19. ¡Vaya ironía! 

Resulta que Ucrania no es el único agredido, pues además de este país, también encontramos a Estados Unidos y su brazo militar: la OTAN. Este pequeño detalle justifica el impacto que el conflicto ha generado en Occidente para “demonizar” todo aquello que no pertenezca a su mundo. Es por ello que  todos están al pendiente de lo que pasa entre estos dos países prácticamente hermanos.  

No obstante ello, hay intervenciones que tienen años de haberse iniciado, pero ningún país occidental es la víctima, sino todo lo contrario. En estos casos, ¿por qué Occidente no cuenta los años de conflictos tan viejos como el de Palestina, Siria o Yemen? ¿Por qué los medios de comunicación no cuentan rigurosamente los muertos y los desplazados de estos países como lo hace ahora? ¿Por qué no se organizan mesas de debate que den cuenta de los motivos, los factores y los efectos de estos conflictos? ¿Por qué los ciudadanos de a pie (des)conocen que estos conflictos fueron iniciados, o por lo menos tolerados por el bloque occidental? 

Si el mundo le diera el mismo seguimiento a las guerras e invasiones del pasado como lo hace ahora con el conflicto de Europa del Este, las potencias occidentales pensarían muy bien el inicio de una invasión. Si la opinión pública tuviera conocimiento de las causas y los autores de las agresiones militares que tienen lugar en distantes partes del mundo, y que se organizaran marchas, protestas y bloqueos como los que ahora tienen lugar, sencillamente, no habría hostilidades, ni países invadidos. 

La occidentalización de Occidente es totalitaria: alcanza todo, alcanza a todos. Nada escapa a la normalización occidental.