La clase media de Xóchitl

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El Partido Revolucionario Institucional (PRI), el Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD), vía Xóchitl Gálvez, su precandidata a la presidencia de México para el periodo 2024 – 2030, definieron su apuesta electoral por la clase media mexicana como objetivo para la obtención de votos para ganar la elección. El público meta definido es insuficiente en términos de números. Sólo cuatro de cada diez mexicanos pertenecen a este grupo.

En el análisis teórico sabemos que eso de “clase media” es un supuesto creado en los Estados Unidos de América (EUA) durante la década de los 30 del siglo pasado por el presidente republicano Herbert Hoover. Visto desde la teoría marxista sabemos que sólo existe una clase dueña de los medios de producción y una clase obrera. Analizado en el marco del trabajo del sociólogo Gabriel Careaga de finales del siglo XX sabremos con detalle frente a lo que estamos al hablar de “clase media”.

Las clases medias en México, a las que pretenden llegar los partidos de oposición con Xóchitl Gálvez al frente, son hoy una masa defensora del statu quo que se destaca por su incapacidad de movilización, organización y, peor aún, por su nula pericia intelectual para construir una propuesta alternativa de nación que les sirva como identificación.

Esa clase media vive preocupada por mantener lo que a fuerza de trabajo posee y consiguió siendo empleada de la clase alta y, a veces, logró sobre las desgracias de la clase baja. Esos calificados como aspiracionistas, término que Careaga les atribuyó en la década de los 70 del siglo pasado, dormitan en el sueño de “que nadie me quite lo que tengo”. En otros momentos históricos, más allá de México, las clases medias fueron quienes motivaron el cambio, definieron el rumbo, alentaron las transformaciones, empujaron la innovación. Hoy no queda nada.

La definición de las clases medias actuales, a partir de su presencia en mítines políticos y manifestaciones de índole diversa, está marcada por la ignorancia de sus intereses de clase (suponiendo que existan y se identifiquen como tal), confundidos por los medios masivos de información que los convirtieron en repetidores de medias verdades y apoyadores incondicionales -vestidos de rosa mexicano- de los peores grupos de interés enquistados en el poder económico y empresarial.

Las clases medias a las que habla Gálvez son seres atrapados en el miedo al “virus comunista” en un país cada vez más capitalista, en el miedo a la inseguridad y la violencia mientras los números descienden (no en la proporción prometida ni esperada), en el miedo al cambio climático en tanto son los principales compradores de productos que ningún favor hacen a la atmósfera.

En el discurso del miedo, la oposición que encabeza Gálvez es apoyada por las estructuras de medios corporativos como vociferadora de notas de violencia. Al ser las clases medias las mayores consumidoras de medios –tradicionales y digitales- de inmediato creen que ese es todo el país. Una vieja fórmula que las clases medias aún no comprenden como tal.

En el paquete de la oposición no está toda la clase media, y lo saben. Si la aprobación del titular del Poder Ejecutivo Federal es de 8 de cada 10, nos dice la encuesta de enero de 2024 aplicada por De las Heras, una parte de las clases medias estuvo y está lejos de la oposición que la anhela y otro tanto tal vez recién cambió de parecer.

Las mediciones de las casas de encuestas, las más serias, muestran resultados similares. De las Heras en el trabajo antes referido da al partido en el poder una intención de voto de 66 de cada 100, mientras que a Xóchitl 14 de cada 100. Gálvez posee 40% de negativos mientras que la puntera sólo 7%. El pronóstico de votos es de 27 millones para la puntera, 14 millones para Gálvez y cerca de 2 millones para Movimiento Ciudadano. Las clases medias son todavía fichas lejanas de la oposición que encabeza Xóchitl.